¡Ah, España! Ese país donde el sol brilla con el mismo entusiasmo con el que sus políticos evitan explicaciones claras. Vamos a adentrarnos en este fascinante reino… perdón, ¿democracia? ¿o es un «reinocracia»? La mezcla de «reino» y «democracia» en una misma frase podría hacerte pensar que has entrado en un episodio de «Stranger Things», pero no, es solo la política española.
Empecemos por su Constitución, esa obra maestra de la contradicción. El artículo 14 nos cuenta un cuento de hadas: «Los españoles son iguales ante la ley…». ¡Qué bonito! Pero, ¡sorpresa! En el artículo 56.3, el Rey es como ese amigo al que nunca puedes criticar: «inviolable y no está sujeto a responsabilidad». O sea, que todos somos iguales, pero algunos son más iguales que otros. Más español, imposible.
El pueblo español, que a veces parece más confundido que turista sin mapa, no vota al jefe de estado porque ese papel está reservado por nacimiento, algo que haría sonrojar a cualquier serie de Netflix. Pero eso no es todo: la democracia española es como un juego de tronos en el que los subditos, perdón, ciudadanos, votan a las Cortes para elegir al presidente. Aquí es donde empieza el baile de sillas musical: el candidato a presidente debe pactar con otros para conseguir los votos necesarios, como en una partida de «Among Us» donde nadie sabe quién es el impostor.
Y cuando crees que ya lo has visto todo, aparece el poder judicial, que más que interpretar leyes, parece que las juega al «pilla-pilla». En España, el legislativo elige al ejecutivo y el judicial no interpreta las leyes… las impugna, si asi como lo leiste, el poder judicial anula las leyes que el congreso dicta.
¿Y cómo va España con todo esto? Pues como esa serie que sigues viendo aunque ya no entiendas nada: mal económicamente, políticamente y socialmente. Dependiendo del Banco Central Europeo como un adolescente de la paga semanal, con una clase política que en otros países estaría haciendo cola en el juzgado y una discriminación hacia las minorías y a las no minarioas tambien especialmente a las mujeres la mayor verguenza 1 de cada 4 espanoles cree que la violencia machista es algo poco importante o no exite.
En este escenario, mientras ellos confían en el Rey para mantener la unidad y la prosperidad, nosotros preferimos confiar en algo un poco más fiable: el horóscopo, las galletas de la suerte o, por qué no, en la loteria. Porque al final, como republicanos, democraticos, libres e iguales para todos los ciudadanos nosotros somos la primer potencia mundial que confiamos en Dios, nunca entenderemos a España que si no estuviera en Europa seria el pais mas pobre de Latinoamerica.